República Popular Democrática de Corea (RPDC)

Publicado el 06.12.2017.8:57 pm

 Livadia, a 3  kilómetros de la ciudad de Yalta en la hoy República de Crimea, fue el palacio donde los zares rusos pasaron algunos veranos. Allí en febrero de 1945, se reunieron Roosevelt, Churchill y Stalin, fue la última de una serie de cumbres que se realizaron durante la II Guerra Mundial. En ese momento se sellaron los acuerdos del reparto geopolítico del Mundo. Entre tantos países, territorios y zonas a desmembrar, sumaron a  la península de Corea, marcando el lugar en el paralelo 38. Estaba la península ocupada por las fuerzas militares japonesas y desde 1923, un líder nacionalista dirigía un poderoso movimiento armado independentista. El pacto de los tres grandes cortaba el paso hacia el sur al líder Kim Il Sun.

Debían producirse  unas  elecciones generales para que la población de las “dos” Coreas decidieran su destinos. Las elecciones no se llevaron a cabo. En el sur se desarrollaba una guerra civil contra una  feroz  dictadura apoyada por EEUU.  Kim lanzó una ofensiva para unificar la nación. La guerra se inició en 1950  y se detuvo con un armisticio en 1954. Las fuerzas de Kim Il Sun  ocuparon la capital del sur, Seúl,  y el General Mac Arthur, comandante en jefe de las fuerzas invasoras estadounidenses, respondió incendiando todas las ciudades, pueblos y aldeas del norte.

Corea del Norte, como es mejor conocida, es hoy un país en guerra permanente. Su ejército de tierra cuenta con más de 4 millones de soldados. El metro de Pyongyang, muy moderno, está a 150 metros de profundidad y puede guarecer a gran parte de la población en caso de ataque nuclear.     En la RPDC toda información de la vida cotidiana se considera secreto militar. Ni siquiera en el Mapa de Negocios de la ONU, aparece ninguna información, tan poco se ha recogido datos en espejo*, como si se  encuentra sobre Cuba o de Venezuela a pesar de la restricciones informativas de la realidad económica que todos sabemos.

El 28 de noviembre, “Kim III”  probó un nuevo motor de gran potencia, capaz de poner un misil en órbita, lo que equivale a decir que puede llegar, fácticamente, hasta Cabo Kennedy, a 11 700 km de Pyongyang. Pero, pensando en el sistema anti-misilístico de USA, podemos preguntarnos: en verdad representa un peligro para el territorio norteamericano.

Técnicamente ambos estados están aún en guerra. Acordaron en 1954 un armisticio, no fue un tratado de paz. Este punto, más la experiencia recogida  en estos 63 años obligan a los coreanos a mantener la guardia en alto. Cuando hablamos de experiencias, nos referimos  a la fragmentación  de Yugoslavia,  la destrucción de Irak, con la excusa de las armas de destrucción masiva, la agresión a Libia, después que la desarmaron por medios diplomáticos y últimamente el intento de balcanización de Siria.

Todo ello mediante los fantasmas de las Primaveras Árabes, los Hermanos Musulmanes, los Califatos, el Al Qaeda, o ISIS, o cualquier otro adminículo rebuscado, todo pagado con el oro negro de arcas invisibles que paradójicamente están a la vista de todos.

La República Popular Democrática de Corea es como un perro muy bravo, rabioso, pero amarrado con una cadena de acero muy gruesa y con mucho miedo por esa experiencia de la  historia inmediata.

 

 

Por Marcial Ríos Coronel para Poder & Estrategia