Publicado el 21.10.2015.3:39 am
El próximo 6 de Diciembre el país asistirá a un proceso electoral que no sólo servirá para elegir a los representantes al parlamento, también será una oportunidad para la expresión del sentir popular, que se traducirá, según sea el resultado, en un espaldarazo al modelo social y económico vigente, o por el contrario, en una señal para reorientarlo.
Más allá de las mediciones y proyecciones que señalan las encuestas, hay que leer las señales de la escena política para entender que es altamente probable la reconfiguración de fuerzas; señales como el movimiento que se está realizando en el TSJ, la venida de Manuel Rosales (que hay que ver y entender más allá del show) e incluso el audio difundido de la llamada entre Mendoza y Haussman. Todos estos elementos parecieran indicar que los diversos factores de poder están haciendo cálculos que implican cambios en la escena política, ya sean cambios superficiales o cambios un poco más profundos, pero en definitiva cambios.
A propósito de esto, más allá del reacomodo de fuerzas y del cálculo electoral, es ineludible e impostergable tomar medidas para afrontar la situación económica. En ese sentido, una de las medidas que clama las arcas del Estado es la revisión y priorización de lo que los economistas llaman transferencias. Estas se refieren a un “pago que no retribuye una actividad productiva sino que supone una redistribución de la renta” es decir, salarios sociales, pensiones, becas, donaciones, subsidios etc. Que esto no se malinterprete, es justicia la ampliación de la base de jubilados, la homologación de estas pensiones con el sueldo mínimo, la dotación a estudiantes de canaimitas y tablets, el subsidio de alimentos a través de Mercal y muchos otros programas que el Gobierno ha llevado a cabo, son justos, son necesarios. Lo que debe revisarse son las transferencias millonarias que año a año tiene que hacer el Estado subsidiando empresas “productivas” como las empresas de Guayana (con contratos colectivos asombrosos), las empresas procesadoras del agro (CVAL y afines) entre una multiplicidad de nombres y acrónimos que llevaría muchas páginas nombrar; todas fueron creadas como proyectos productivos, y deberían producir, ser rentables y aportar al Tesoro Nacional, no cargarse en el. Revisen y prioricen las transferencias, se van a sorprender de lo que pueden ahorrarle a la Nación.
Ricardo Ríos Calderón. Politólogo. Presidente de Poder & Estrategia C.A