Publicado el 27.03.2017.3:13 pm
Cuando era niño tenía un vecino que acostumbraba jugar un juego un tanto extraño y dañino; se trataba de un diálogo en donde se estructuraba una cierta situación en la cual se tenía que elegir entre dos terribles opciones. Así, las elecciones frecuentes eran por ejemplo “¿Qué prefieres tú; morir ahogado o morir quemado?”
Así, podía pasar horas poniendo absurdas opciones extremas en situaciones hipotéticas. No sé si otra gente también estilaba ese juego. A mí nunca me gustó. No servía para jugarlo, por más que me presionaran, me negaba a elegir ante aquella situación absurda.
Creo que el paralelismo está bastante claro. En la realidad política nacional está planteado cada vez con más fuerza una dicotomía absurda; que visto los números de las últimas encuestas que hemos realizado en Poder & Estrategia, la mayoría comienza a alejarse de esta dinámica perversa (Más del 50% rechaza al Gobierno y a la oposición).
Podemos simplificar y hasta caricaturizar el debate (con la lógica aquella de mi vecinito) de la siguiente manera: “¿Qué prefieres tu… que te atropelle y humille un Guardia Nacional –morenito- o un Marine Yankee –catirito-? La respuesta para cualquier común mortal medianamente saludable mentalmente, es obvia. Prefiero que no me atropelle ninguno de los dos. No tengo por qué estar obligado a elegir semejante barbaridad. Mi opción es otra.
¿Cuál es mi opción?, hay que construirla, pero sin duda que no es el apoyo a la nomenklatura ni a la oposición consular.
Ricardo Ríos C.
@riosdefrente