Publicado el 15.10.2018.7:35 am
por Isabel Caroto *
Desde que recibí la grata invitación de los amigos de Poder y Estrategia a participar en esta serie de reflexiones junto a gente que admiro y valoro, comencé a inquietarme. No sólo por el gran compromiso que significa, sino por la cuidadosa selección del tema que debía abordar para iniciarlas. Y en medio de tantas inquietudes surgió en mí, como una revelación, el rostro de mis alumnos. Ante las adversidades -que a todos nos toca enfrentar en la Venezuela de hoy- ellos son impulso y motor. Su ímpetu y sus sueños, me obligan a escribir desde la esperanza.
Si bien es cierto, que vemos con profunda tristeza, irse a muchos jóvenes en búsqueda de otras oportunidades; también, hay quienes por voluntad propia han decidido quedarse.
Cotidianamente, algunos llegan a la escuela, deseosos de formarse en alguna disciplina artística. Cuando les pregunto cuál o cuáles disciplinas les llama más la atención, contestan sin titubear: cine, fotografía, poesía. Siento curiosidad por quienes se inclinan por el cine, e indago en el tipo de películas que les gustaría dirigir. Las que cuentan historias de amor y en las que prevalece la voluntad del hombre para cambiar su circunstancia, me responden. Mencionan películas, como: “La vida es bella” (R. Benigni), “Invictus” (C. Eastwood),‘El cartero” (M. Radford),“Azul y no tan rosa” (M. Ferrari), entre otras.
Quienes se deciden por la poesía hacen referencia-generalmente- a Rafael Cadenas, Eugenio Montejo, Jorge Luis Borges, Roberto Bolaňo. Me sonrío llena de regocijo, y los miro de soslayo.
Descubro algo más interesante aún, todos coinciden en que el arte es el mejor camino para superar las diferencias; que hay mucho por hacer, y lo mejor, están convencidos de lograrlo.
“El arte se basa en éxitos pequeños, para que parezcan posibles las victorias más grandes. No se puede fallar al hacer arte. A través de las artes podemos hacer frente a las duras realidades y transformarlas”, afirma Nobuko Miyamoto, uno de los líderes del programa “El poder transformador del arte para cambiar el mundo”,desarrollado en algunas comunidades desfavorecidas de los Estados Unidos.
En Barquisimeto, por ejemplo, ciudad llena de gente creadora y talentosa, hay una generación de jóvenes venezolanos en la misma ruta. La “Suite subterránea”, “La vida suena”, “SlamPoetry”, “Yo amo Barquisimeto”, productoras audiovisuales independientes, son algunos pocos ejemplos de emprendimientos culturales liderados por hombres y mujeres jóvenes.
Nuestro desafío, es no dejarlos solos, e iniciar procesos de creación e investigación conjunta, estimular sus liderazgos y creer en sus potencialidades como agentes para el cambio social. Contra toda desesperanza, necesario es vencer.