Publicado el 24.05.2016.4:32 am
¿Cuántas divisiones tiene el Papa? Fue la pregunta que hizo Stalin cuando intentaron persuadirlo a que no se enfrentara con el Sumo Pontífice. El dirigente Soviético se refería (en modo de sorna) a la nula capacidad militar del Vaticano, obviamente subestimaba el principal poder de la iglesia, su capacidad para ser formadora de opinión pública.
En esta ya larga confrontación que tienen el Gobierno y Empresas Polar, el objetivo de esta última pareciera estar bastante claro: dólares oficiales y actualización de los precios regulados; pues como es obvio no pueden producir para vender a pérdidas. Por su parte muchos piensan que el objetivo del Gobierno es la expropiación; ¡craso error!
El Gobierno Nacional tiene la facultad legal de expropiar Polar, no obstante la batalla política (opinión pública) la tiene perdida. Entre otras razones en vista de las malas referencias que existen sobre las empresas expropiadas, muchas de las cuales no funcionan o tienen una productividad inferior a la que tenían antiguamente.
La opinión pública es un actor determinante en este conflicto y mayoritariamente apoya a Empresas Polar, no solamente por la necesidad de adquirir sus productos sino también gracias a una conexión afectiva que han logrado con indudable eficacia.
En este sentido, la lucha en esta arena es por la percepción de los venezolanos. Mendoza sabe que el Gobierno puede inclinar su pulgar hacia abajo y acabarlo todo, pero eso tendría un costo político muy alto para la audiencia de este moderno coliseo, en vista de la credibilidad y respaldo que tiene la empresa. Lorenzo sabe que lo más importante no es pelear bien, sino caerle simpático al público que observa el espectáculo.
El Gobierno tiene una difícil –pero impostergable- decisión que tomar en cuanto a la sinceración de precios de productos básicos, medida que no ha tomado antes en vista que también tiene un alto costo político. Sin embargo todo parece indicar que, progresivamente, se ajustarán los precios. En el ínterin la responsabilidad política de la medida tratará de diluirse entre señalamientos y denuncias de la guerra económica.
Más allá de las declaraciones altisonantes y la diatriba comunicacional (fin en sí mismo de esta confrontación) el Gobierno no pareciera estar realmente interesado en expropiar la empresa, bien sea por dudas sobre la capacidad de administrarla con la misma efectividad, o porque necesita un némesis con “rostro” en el escenario económico.
Miraflores sabe que no se trata de vencer (fuerza) sino convencer (opinión) y por ahora esa batalla la está ganando su adversario empresarial.
Ricardo Ríos Calderón
@riosdefrente