Publicado el 17.01.2018.6:42 pm
Mandela no era eunuco político, ni un viejito bonachón. Encabezó y organizó un movimiento armado. Enfrentó pacíficamente las barbaridades del apartheid hasta 1960; cuando al producirse uno de los tantos asesinatos masivos del régimen racista contra una manifestación pacífica (la masacre de Sharpeville, acto que tuvo como consecuencia la muerte de 69 personas negras) decide organizar la lucha armada creando la Umkhonto we Sizwe (La Lanza de la Nación, MK) en buena medida inspirado en el Movimiento 26 de Julio de Fidel Castro.
Mandela (lejos de la figura de bobo que propone Hollywood) fue un revolucionario duro, que apeló a diversas formas de lucha, incluida la violencia armada. La Lanza de la Nación llegó a combatir el terrorismo de Estado, con sangrientos atentados. Mandela estuvo preso 27 años, en condiciones verdaderamente indignas de permanentes vejámenes y sometido a evidentes violaciones de los derechos humanos.
Aún así, el líder Surafricano entiende que la manera de hacer que su país comience a transitar la senda de la paz, es por la vía política, lo que implicó un difícil (y para algunos militantes incomprensible e imperdonable) proceso de acuerdo nacional, que incluyó una comisión de la verdad, y un gobierno de unidad nacional en el que tuvieron que convivir, bajo la misma administración, íconos del Partido Nacional (partido de gobierno durante el apartheid) y militantes radicales anti apartheid.
En ese proceso de construcción de acuerdo nacional, les tocó abordar (para amnistiar, castigar, o evaluar) lo más cruento y sórdido de los hechos y personajes del terrorismo de Estado del régimen del apartheid; y de las acciones violentas (y en ocasiones excesivas) ejercidas por la organización armada que Mandela ayudó a crear (la Lanza de la Nación).
Tocó construir un acuerdo nacional, plantándole la cara a heridas y cicatrices profundas; de décadas. Con la complicación adicional que se trataba de dos grupos existencialmente diferentes, unos negros, otros blancos, y algunos parias mestizos. Aún así lo lograron.
La paz no se hace con los amigos, se logra con el enemigo, muchas veces negociada.
Aquí en Venezuela no tenemos diferencias raciales, étnicas o religiosas estructurales. Tenemos, en teoría, condiciones mucho más sencillas para lograr un acuerdo nacional.
No me simpatizan los rasgos fascistas que caracterizan a muchos de los principales actores de los bandos protagónicos (si, identifico con claridad conceptual y de librito el fascismo en los dos bandos). Pero entiendo que sin un acuerdo nacional nos vamos a terminar de hundir.
No dejo de reconocer los crímenes de lesa humanidad que se han cometido. Y no creo que deban permanecer impunes. Pero dichos crímenes se profundizarán y multiplicarán hundiéndonos mucho más si no llegamos a un acuerdo de coexistencia mutua. Hay que reconocer al otro, entender sus derechos (empezando por su derecho a la existencia). El siguiente paso es no subestimarlo. Son bloques históricos fluctuantes, pero siempre con fuerza suficiente para que el conflicto permanezca y se acreciente si no es atendido debidamente.
No propongo que nos agarremos todos de la mano y cantemos alegremente. Se trata de entender (aunque sea impopular, difícil y doloroso) que los excesos cometidos deben ser reconocidos y atendidos. Así como de un lado se quema a seres humanos vivos, del otro se mata a la gente por falta de medicinas, o se condiciona el suministro de ellas atado a una parcialidad política. Ambas cosas sórdidas y atroces. Toca reconocer la existencia de ambos crímenes, y lo más duro, sentarse y negociar. Si, ese desagradable verbo que por soberbia o ignorancia muchos se niegan a entender.
Las ideas aquí expresadas son incómodas, no son populares ni agradables, pero sin duda son ineludibles.
Tenemos, como sociedad, que dejar de celebrar las consignas violentas y altisonantes, desde “hay que freírle la cabeza a los adecos” a “hay que matar a los malditos chavistas” no hemos avanzado nada; lo que hacemos es garantizarnos vivir de fracaso en fracaso.
PD: El sólido LIDERAZGO del líder surafricano, hizo la diferencia.
Ricardo Ríos Calderón
Presidente Poder & Estrategia
@riosdefrente