Publicado el 25.05.2018.1:28 am
Desde las 3:30 de la mañana del Domingo 20 de mayo estuve en la calle, consideré que el hecho político de la jornada merecía la pena observarlo de cerca, con espíritu de investigador de Ciencias Sociales. Creo que el esfuerzo dejó un balance favorable desde el punto de vista testimonial.
Lo que está a la vista no necesita anteojos, reza el refrán popular, y así fue; la trampa y el abuso que caracterizó la jornada fueron obvios para todo el país. Se sentó un precedente: la institucionalización de la compra del voto como una política de Estado, con instrumentos para tal fin; o en palabras de Maduro “la cosa es dando y dando” (y con el carnet comprando, agrego yo)
No hay que hacer mucho esfuerzo ni análisis de lo obvio, los tristemente célebres puntos rojos fungieron como alcabalas de supervisión del voto y a su vez de cajero en el que se consumaba la transacción de la compra de la voluntad popular. Allí estuvo la principal irregularidad y perversión, a las que se suman el voto asistido y otras “menudencias” igualmente graves, pero que no determinan el caudal de votos.
Fui testigo presencial del reparto de cajas de comida dentro de un centro electoral, distribución apoyada por un efectivo del Plan República. En otro centro de votación observé al uniformado del Plan República invitar a los votantes a “escanear” el Carnet de la Patria. En centros de votación en donde votaron autoridades del Poder Nacional, escaneaban el Carnet de la Patria sin pudor alguno; y al final de la jornada, dichas autoridades declaraban que todo fue impecable. Se registraron más de un millar de denuncias de este tenor. No pasó nada.
No obstante, lo sucedido no fue del todo sorpresivo (aunque creo nunca fue tan pornográfica la manipulación de la voluntad popular), y en realidad quisiera llamar la atención del volumen de votantes que asistió al acto, independientemente de las razones (voluntad y creencias propias, chantaje, compra, etc.) Pues estuvimos monitoreando diversos centros a nivel nacional y efectivamente notamos una participación inferior al 15% en las zonas de clase media y alta; mientras que en los sectores populares que observamos, la participación superó el 50%.
De esto es importante tomar nota, y la dirigencia opositora debe entender de una vez por todas que ese sector de la sociedad existe, para luego dirigir una política y un mensaje a ellos. Si los ignora con el cómodo argumento que son cifras inventadas por el CNE, nunca podrá llegar a ellos. Luego urge que los trate con respeto, y no con calificativos de toda índole por que acceden al chantaje de la compra del voto, ¿no entienden su estado de necesidad?; o identifican bien el mapa social y político, o están condenados a la derrota.
Ricardo Ríos Calderón